Mistakes.

- No importa lo que haya pasado, me da igual, porque te necesito.

- Y mientras me necesites seguiré aquí.

- ¿Seguirás aquí aunque tú no me necesites a mi?

- Es que yo, aunque no sé muy bien por qué o para qué, te necesito siempre.

Sin embargo siento, que por mucho que diga o haga, los errores se han pegado a nosotros (¿sigue siendo aplicable esa palabra?). No quieren irse. Los errores destrozan todas y cada una de las páginas de historias como la nuestra. Las devoran. Y se quedan ahí, pegados a la piel, enredados en el pelo, susurrándote al oído "la has cagado, y nada podrás hacer para volver atrás y cambiar las cosas". ¿Sabes cuántos errores cometimos tú y yo? (está bien, dejaré de decir nosotros). Yo no lo sabía, nunca lo supe. Ahora si. Hasta he podido hacer una lista con el día y el lugar exacto de cada error. 

Los errores se quedan a vivir contigo, no importa lo lejos que intentes huir. Son especialistas en recordarte lo amargo que sabe que, por haberlos cometido, has roto la sonrisa que más te gustaba en el mundo. Y entonces te sientes miserable, y culpable. Por haber estropeado lo más hermoso que has tenido, lo que nunca volverá. Yo no creo en eso de que "de los errores se aprende", más bien en que el animal tropieza dos veces en la misma piedra (porque volvería a enamorarme de ti ahora mismo, ¿sabes? aún conociendo el final de la historia). El tiempo no curará el dolor, sólo llegará un día que lo desechará porque ya no escocerá. Y aunque ese día será demasiado tarde, siempre queda el volver a empezar de cero... 

Nunca te lo he dicho, pero me hubiera gustado convertir nuestros buenos momentos en mermelada, para poder untarlos en tostadas cuando los días fueran grises (como ahora), e indigestarme de recuerdos con sabor a fresa que por no tener, no tendrían ni fecha de caducidad. Tampoco te he dicho que en mi última carta había un mensaje en clave. Uno de esos que sólo descifra quien sabe leer entre lineas. Y tú no sabes. Nunca supiste. Nunca me(lo) entendiste.