9 de noviembre de 2010

Desde el asiento número 30, del bus número 1; (que cruel casualidad)

El tracatrá del autobús (durante ocho horas) y el paisaje (que se volvió amarillo y monótono al dejar atrás mi amada y verde Galicia) se encargaban de recordarme que no importa a donde te vayas, los recuerdos viajarán contigo. Puedes cambiarte de ciudad, de país, o incluso instalarte en la otra punta del mundo, que no importará. No te librarás. Todo lo que tienes en tu cabecita se irá contigo allá donde estés. Esos recuerdos que te taladran el cerebro y el corazón hasta pensar que vas a desmayarte de tanto dolor, no se quedarán en el lugar donde fueron creados para ser olvidados después. No, que va. Esos (¡los muy capullos!), te torturarán hasta el día del juicio final.
 - Y fue en ese momento,  cuando me pregunté si un recuerdo es algo que se tiene… o algo que se ha perdido.

¿?

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