El tracatrá del autobús (durante ocho horas) y el paisaje (que se volvió amarillo y monótono al dejar atrás mi amada y verde Galicia) se encargaban de recordarme que no importa a donde te vayas, los recuerdos viajarán contigo. Puedes cambiarte de ciudad, de país, o incluso instalarte en la otra punta del mundo, que no importará. No te librarás. Todo lo que tienes en tu cabecita se irá contigo allá donde estés. Esos recuerdos que te taladran el cerebro y el corazón hasta pensar que vas a desmayarte de tanto dolor, no se quedarán en el lugar donde fueron creados para ser olvidados después. No, que va. Esos (¡los muy capullos!), te torturarán hasta el día del juicio final.
¿?
No hay comentarios:
Publicar un comentario