4 de agosto de 2013

Cómo se cura la nostalgia

Yo que creía que la nostalgia era solo una palabra
que se utilizaba en canciones y poemas
demasiado cursis como para ser entendidos;
que la nostalgia era añorar la tierra en la que habías crecido
y los besos
que habías perdido.

Ahora sé que la nostalgia
es extrañarte desde el primer café de la mañana,
cuando me escupen tu nombre las tostadas
y hasta el vaso de zumo pierde su color naranja.

Luego agarro tu mano a la hora del telediario
y busco tu cuerpo a oscuras
enredada entre la ropa del armario,
leo el periódico, pongo un disco de Calamaro
y me visto y te pienso y te odio
y te veo allá a la lejos,
a diez mil besos de distancia
a seiscientos millones de kilómetros
de caricias arrugadas.

Tantas voces chillan tu nombre
que no escuchas mis palabras.

Y se me antoja extraña esta nostalgia
que hay en tus ojos cuando cantas,
en tu magia cuando lanzas
cortes de manga a los caminos
que me separan de tu cama.

Pero nada es suficiente para sentirte cerca,
nada calma mi sed ni rescata mis ganas
y me pica la torpeza de quererte en la distancia.

Ando a ciegas y asustada
buscando alivio para el vacío
del que se queja mi alma,
pero no encuentro calma en lo que escribo
ni en tu mirada cabizbaja,
ni en las sobras de tus días y las migas
que me lanzas cuando faltas.

No sé cómo se hace,
cómo se cura la nostalgia.

3 comentarios: