20 de julio de 2013

Tres palabras

Te quedas en Madrid. A mí me esperan
renglones en blanco y días que se acumulan tras los cristales
como gotas de lluvia en plena tormenta de verano
y miradas huidizas y corazones vacíos
que en otra vida me llenaron; ciudades en las que no hablan tu idioma
y prisas por tropezarte en cualquier rincón
en el que nunca has estado. Buscando tu olor por las calles
al mismo tiempo que esquivo charcos y sombras del pasado,
la rutina que acompaña a lo ya conocido y el miedo
de no saber cómo encontrarte cuando vuelva la vista,
cuando me ahogue la tristeza que tiene implícita este cielo
que siempre es gris, que siempre duele, que siempre quema.
Te dejo en Madrid. Arrastro mis abolladuras por estaciones de tren
y aeropuertos - lágrimas, reencuentros, despedidas -
pero ya no estás en el aire ni en la piel
ni guardo tu sabor en la garganta.
Solo tres palabras retraídas, torpes y asustadas
que luchan por llegar hasta ti
- gracias, todo, tú -
Te quedas en Madrid.

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