Onde o ceo é sempre gris.

Llega la hora de hacer maletas. Empaquetar los recuerdos de un verano que ha pasado más rápido que nunca, guardar arena de playa en un botecito y el reflejo del mar en las pupilas. Llega la hora de las despedidas. De cambiar esa canción en la que Carlos Tarque dice que volver al norte es reencontrarse con un hermano, por esa otra de Ismael Serrano que dice... Soy afortunado, yo siempre vuelvo a Madrid. Cuando cierro las maletas me pregunto lo mismo, para quién será más duro... ¿para el que se va o para el que se queda? 

Por suerte o por desgraciada, siempre me toca la parte dura del que se va. El que atraviesa las ocres carreteras de Castilla y llega a la capital cargado de sueños, de planes, de miedos. 

Pero la vida se mueve y nosotros debemos movernos con ella. Lo único que importa, es no olvidarnos de donde venimos. Por mi parte... seguiré perdiéndome por el mundo. Haciendo noche en los aeropuertos. Asaltando Londres y Dublín. Cogiendo aviones que aterricen en Nuremberg y en París. Viviendo en Madrid. Seguiré cerrando maletas y abriendo puertas. 

Pero hoy sé, más que nunca, que mi hogar, mi casa, mi vida, mi sitio en el mundo, están aquí... onde o ceo é sempre gris.