Son tiempos difíciles para los soñadores.

Colecciono trocitos de la historia de una persona pequeña que llegó a una ciudad grande con huesos de papel y un corazón tan frágil que crujía con cada latido... de todo lo que trajo a cuestas en aquel Septiembre gris en el que la nostalgia ahogaba, poco queda ya en un Junio en el que es el calor de Madrid el que ahoga. A veces pienso que una persona hecha de cristales de bohemia no está preparada para vivir con otras personas, porque con nada se rompe... y siempre hay trozos que se quedan debajo de la alfombra y desgarran las plantas de los pies cuando toca hacer limpieza. Romperse, recomponerse, la sensación de estar siempre sola... es lo que ha sobrevivido después de diez meses intentando hacerse tan grande como esta ciudad. No hay sitio para ti en el mundo, hoy vuelvo a pensar... y puede que al final, el millón de canciones que tiene atadas a la espalda sea lo único que la acompañe siempre. Eso... y polvo en el aire, asientos vacíos... Como dice Quique en una de ese millón de canciones.