El fuera de juego era evidente, y en la frente me escribí tu nombre por primera vez. Hoy lo borro para siempre, porque sé que no puedo tenerte.
Y prefiero perderte que perderme.
Tengo el corazón desafinado de tanta ambigüedad, de tantas llamadas de madrugada... tantas madrugadas sin llamar. De tanto miedo a quererme de verdad, noches que me hacen temblar y canciones, muchas canciones. Canciones que se convierten en caminos, y todos los caminos me llevan al mismo sitio y me incitan a huir. Así que entre lágrimas de queroseno que duelen como granizo yo voy, y emprendo la huida de tu voz. Me voy sin hacer ruido por la puerta de atrás, no quiero despertarte. No quiero que notes que no me voy a quedar nunca más. Elijo tragarme todas esas palabras que nunca te he dicho porque me falta valor, y a ti te sobran mentiras; porque me falta coraje aunque me sobran ganas. Estoy cansada de tener que repetir tantas tonterías y de ser jodidamente fuerte, porque no lo soy; lo cierto es que te he echado de menos hoy por los días que vendrán, y las noches en las que me moriré de frío sin tus manos al otro lado de la ciudad, con los ojos cerrados dándole la razón a Sabina cuando le escuche decir eso de "Los besos que perdí por no saber decir te necesito". Pero ahora entre quemarte o quemarme prefiero quedarme yo, me, mi, sintigo. Porque si me juego la boca una vez más contigo acabaré perdiendo el corazón, terminaré llevándote a cuestas o llamándote amor, y eso sería una putada para los dos. Te quiero muy poco y aún tan poco es demasiado, demasiado para que tú puedas soportarlo. Y yo sostenerlo. Aunque me hayas abrazado con fuerza en las noches complicadas y hayas esperado a que pasara la tormenta que el mar de lágrimas en el que me convertí había provocado, eres mi problema. También eres remedio, pero no quieres ponérselo a esto.
Entonces me voy.
Entonces me voy.
Y cualquier domingo de Mayo si me pueden las ganas y me falla el corazón desafinado, me pasaré por dónde estés y hablaremos de algo, quizás nos quedemos callados, mirándonos. Dejando el tiempo pasar, cubriendo, como siempre, de ambigüedad las horas.
Pero adiós, tormenta. No vuelvas a por mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario