27 de abril de 2011

Corazón desafinado.

El fuera de juego era evidente, y en la frente me escribí tu nombre por primera vez. Hoy lo borro para siempre, porque sé que no puedo tenerte. 
Y prefiero perderte que perderme. 
Tengo el corazón desafinado de tanta ambigüedad, de tantas llamadas de madrugada... tantas madrugadas sin llamar. De tanto miedo a quererme de verdad, noches que me hacen temblar y canciones, muchas canciones. Canciones que se convierten en caminos, y todos los caminos me llevan al mismo sitio y me incitan a huir. Así que entre lágrimas de queroseno que duelen como granizo yo voy, y emprendo la huida de tu voz. Me voy sin hacer ruido por la puerta de atrás, no quiero despertarte. No quiero que notes que no me voy a quedar nunca más. Elijo tragarme todas esas palabras que nunca te he dicho porque me falta valor, y a ti te sobran mentiras; porque me falta coraje aunque me sobran ganas. Estoy cansada de tener que repetir tantas tonterías y de ser jodidamente fuerte, porque no lo soy; lo cierto es que te he echado de menos hoy por los días que vendrán, y las noches en las que me moriré de frío sin tus manos al otro lado de la ciudad, con los ojos cerrados dándole la razón a Sabina cuando le escuche decir eso de "Los besos que perdí por no saber decir te necesito". Pero ahora entre quemarte o quemarme prefiero quedarme yo, me, mi, sintigo. Porque si me juego la boca una vez más contigo acabaré perdiendo el corazón, terminaré llevándote a cuestas o llamándote amor, y eso sería una putada para los dos. Te quiero muy poco y aún tan poco es demasiado, demasiado para que tú puedas soportarlo. Y yo sostenerlo. Aunque me hayas abrazado con fuerza en las noches complicadas y hayas esperado a que pasara la tormenta que el mar de lágrimas en el que me convertí había provocado, eres mi problema. También eres remedio, pero no quieres ponérselo a esto.
Entonces me voy.
Y cualquier domingo de Mayo si me pueden las ganas y me falla el corazón desafinado, me pasaré por dónde estés y hablaremos de algo, quizás nos quedemos callados, mirándonos. Dejando el tiempo pasar, cubriendo, como siempre, de ambigüedad las horas.
Tengo que decirte que eres alguien especial.
Pero adiós, tormenta. No vuelvas a por mi. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario