10 de enero de 2011

Que aburrida es la perfección.

No cocino. Haciendo la limpieza soy un desastre, y a penas sé hacer la cama. Soy incapaz de mantener mis cosas en orden y lo pierdo todo. Y lo rompo todo. Me gusta la música, mucho. Pero cuando canto, desafino horrores. Soy muy torpe y no sé clavar un clavo. Suelo tropezarme con lo que nadie se tropezaría, y caerme donde nadie se caería. No poseo el menor sentido de la orientación y me he llegado a perder incluso en mi propia ciudad. No sé aguantarme las ganas de llorar. Lloro mucho, sobre todo los domingos. Y mucho más si hace frío. Soy depresiva por naturaleza y siempre veo el vaso medio vacío. Toda mi vida es un drama, siempre. Cuando me enfado, tengo tendencia a no saber callarme ni aguantarme las ganas de decir aquello que menos debería decir. Soy celosa patológica, y compradora compulsiva. No tengo ahorros; no sé ahorrar. Tardo horas en quedarme dormida, pero cuando lo hago, nada ni nadie consigue despertarme. Duermo mucho, y demasiado. Odio madrugar, y la mayoría de las mañanas no escucho el despertador. Al principio me siento incómoda ante la gente sin razón, y luego no hay quien me calle. No soy muy buena deportista. A decir verdad, nunca en mi vida he hecho deporte. He aprendido a nadar en la vida, pero no sé nadar en el agua. Y jamás aprenderé a hacerlo. Tengo millones de manías, algunas jamás llegarías a imaginártelas. Me gusta comer a todas horas. Adoro la comida. Pero no soporto las judías, ni la coliflor, ni la tortilla de patata poco hecha. Y cada día me quedan más grandes los pantalones que ayer me quedaban bien. Fumo demasiado. Últimamente tengo una tos horrorosa, y suelo ponerme enferma como mínimo, una vez al mes. Sólo enciendo la televisión para ver telebasura. Antes leía mucho, ahora hace meses que no abro un libro. Soy vaga por naturaleza. Pienso demasiado. Soy demasiado melodramática y todo me afecta demasiado. Cuando estoy en esos días, a parte de humor de perros, puedo desmayarme en cualquier sitio.  Me maquillo todas las mañanas y me olvido de desmaquillarme todas las noches. No soporto que la gente me lleve la contraria. Siempre tengo razón, y cuando no, también. 

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