9 de enero de 2011

M de Madrid

Porque somos lo que perdemos. Todos y cada uno de nosotros, estamos formados por todas esas cosas que algún día tuvimos, y ya no tenemos. Todo eso que va forjando nuestra historia, y nuestro corazón. Aunque he de decir que, a mérito mío, me ha perdido mucha gente, y no al revés. En ocasiones aparecen personas en tu vida que no son dignas de poseer ni una mínima parte de tu corazón, y aunque después desaparecen dejando un vacío, son ellas más perdedoras. Por dejar escapar a alguien como tú. Pero no importa, a fin de cuentas el resultado es el mismo. No importa. No importa. Ni importan las veces que te hayan roto el corazón, las veces que hayas odiado, las veces que te hayan dejado ni las veces que te hayan herido. Nadie quiere estar solo. 
Es como si... nos volviéramos ciegos en la lucha de sentirnos acompañados. Lo sé, porque lo he vivido. Y lo vivo. Me despierto un día y me encuentro echando de menos algo que no se merece ni que lo piense. Llega el día en el que aterrizo en Madrid, y me descubro pensando que cambiaría esta ciudad por un segundo más. Sólo un segundo. Unas miguitas de pan. Y entonces pienso que me he vuelto loca de remate, o el aterrizaje le ha sentado muy mal a mi cerebro. Pero es real. Triste, pero real. Es como si la soledad nos manipulara, y llegáramos a perdonar las cosas más imperdonables sólo por no tener que imaginarnos viejos, arrugados y solos. Aunque, si lo piensas... ¿Crees que es mejor asumir que siempre estaremos solos, o de verdad existe alguien, en algún lugar del mundo, que forma parte de nuestro "siempre" particular, y merece la pena esperar?
Yo no creo que valga la pena esperar a nadie. De lo poco que sé de la vida, esa es una lección que está tatuada en mi piel.

1 comentario:

  1. Yo siempre he creido que no merece la pena, si te pasas la vida pensando en eso nunca podrás vivir el presente al máximo.

    ResponderEliminar