7 de marzo de 2011

Desde el bar verde que hace esquina.

Las últimas veces que estuve aquí, las paredes se burlaban de mi y las mesas me escupían en la cara. Hoy, el coche verde y el coche rojo me sonríen; yo sonrío también desde una foto pegada detrás de la barra. Si algo he aprendido en estos meses es que las cosas cambian, y hay que cambiar con ellas. Que nada de lo que nos rodea se detiene, y que detenerte tú, estancarte, sólo contribuye a alargar la agonía. Así que ahora estoy aquí, al otro lado del agujero negro, no sé muy bien cuándo ni cómo lo he cruzado, pero lo he hecho. Estoy fuera. Y desde este lado todo se ve mucho más claro. 
Bien es cierto que mientras escribo, de vez en cuando llega su voz desde aquella esquina de allí, y el corazón me da un vuelco. Pero hasta eso también me gusta ahora, porque ya no quiero borrar a nadie. Su voz forma parte de mi historia, tanto (o incluso más) que la propia M. Querer borrar eso significaría borrarme yo; y yo no quiero borrarme. Yo estoy aquí, ahora, y me gusta. Me gusta donde estoy, en este punto exacto. Me gusta mi vida tal y como está. Y sobretodo, me gusta mi casa más que nunca. 
Y casa es olor a mar, sofá azul y Ellas. 
Casa es Green. Hoy más que nunca. 

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