20 de febrero de 2011

Lonely people.




















Hace aproximadamente 40 años, los Beatles le hicieron una pregunta al mundo: de donde procedía tanta gente sola.
All the lonely people, where do they all come from?
All the lonely people, where do they all belong?
Desde que aquella pregunta se hizo, han pasado más de 4 décadas, pero cada vez hay más gente sola y, curiosamente, no se ha hallado respuesta a la letra de Paul. Mientras más facilidades tenemos para comunicarnos, más nos separamos de quienes nos rodean. Tenemos más excusas y menos tiempo; nos encerramos en una isla y pensamos que no necesitamos a nadie. Queremos convencernos de ello.
Llega un momento en el que nos convertimos en adultos (aunque en mi opinión, ser adulto está sobrevalorado), pero ya tienes edad para beber, para conducir, para pasar del colegio a la universidad, para elegir al gobierno de tu país… y, entonces, todo cambia. Se espera que seas responsable y que actúes como tal. “Ya eres adulto”. Crecemos, nos arriesgamos. Sin embargo, nos alejamos. Reemplazamos los gestos por emoticonos y un café por una larga conversación vía chat, nos enteramos más de la vida de los demás por tuenti/facebook que porque de verdad asistiéramos a esa fiesta, o porque, simplemente, nos importan las fotos de la persona que estamos viendo más que lo que realmente hace. En general, seguimos con los mismos problemas que cuando teníamos 15 años… por mucho que crezcamos, seguimos tropezando (en mi caso, los tropiezos son de lo más variopintos, incluso físicos, debido a mi pequeño problema de equilibrio). Seguimos empujándonos, alejándonos, reaccionando tarde, siempre dudando, malcriados, eternamente inmaduros. Eternamente sin saber que queremos, sin saber que hacer. Solemos pensar que nadie nos va a querer tanto como nos queremos nosotros mismos, y en cierto modo es verdad, pero si no probamos, nunca sabremos realmente que es lo que necesitamos. Aprendemos con los años a guardar las distancias y a fingir que no nos importan los demás, que no nos importa lo que nos hagan, y mucho menos que no se preocupen por nosotros. Pero eso no es más que una sarta de mentiras, porque cuando el día acaba y llegamos a casa, lo que todos deseamos (y necesitamos) es tener a alguien cerca. Y a veces la soledad es tan grande, y pesa tanto, que no nos importa quien sea ese alguien, sólo necesitamos que esté. Simplemente estar. Aferrarnos a un clavo ardiendo si hace falta, si con eso conseguimos no estar solos.
Por mi parte, la respuesta a la pregunta de los chicos de Liverpool es que las personas solitarias, proceden de ellas mismas. Todos estamos solos de una forma u otra, porque nosotros nos alejamos. Nosotros nos vamos. Nosotros mismos, somos nosotros los que nos engañamos.

2 comentarios:

  1. pues yo con diecinueve años afirmo que soy peor que una de trece, la edad no mejora nada

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  2. Leer tu post me hizo sentir más solo. Quizá porque considero que esta reflexión sobre la creciente soledad que invade al género humano, junto con el cada vez más rechazado "rol de adulto", pudieron haber sido externados verbalmente, con más énfasis del que las letras en ocasiones pueden dar, disfrutando de un par de tazas de café y debatiéndolo con muchos más puntos de vista.

    Pero intuyo fue escrito desde la soledad de tu habitación, desde la “jodides” interna como bien lo describe H.M. y yo, lo leo desde la soledad de esta oficina.

    ¡Vaya paradoja!

    ¡Saludos!
    Me gusta como escribes. =)

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