Hoy, lo único que viene a mi mente es el diálogo de una de mis películas favoritas:
- No va a funcionar, es como si me pusiera unos zapatos con los que no me siento cómoda. Lo siento.
- ¿Y qué te parece andar descalza durante un rato?
Y yo me pregunto, ¿qué hay de malo en descalzarse? Ilusiónate, emociónate, ríe, baila, canta, besa, abraza, disfruta, saborea, sé feliz... vuélvete a enamorar. Porque hay momentos en los que las veces que te han roto el corazón, y las veces que has llorado, dejan de importar. Desaparecen. Se esfuman. Es como si alguien cogiera una goma de borrar, se metiera dentro de tu cabeza, y empezara a eliminar uno a uno todos los malos ratos, los duros golpes... y cuando abres los ojos, en ese momento, todo es distinto. Vuelve la luz. Vuelven las ganas. La ilusión. Cuando abres los ojos te das cuenta de que, inevitable e inexplicablemente, eres una enamorada del amor. Y que los viejos besos se curan con nuevos besos.
Hoy he visto a M. descalza por Madrid. ¿Comprendéis? DESCALZA. Se ha descalzado, y yo la he visto. M. está contenta, y yo también.
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